Así lo dio a conocer Hilda Sánchez, coordinadora de desarrollo comunitario, quien además amplió que realizaron un intercambio de saberes sobre plantas medicinales,  en el que participaron habitantes y productores de las comunidades de La Cero y La Ocho del municipio Manuel Monge, allí la apoyaron los trabajadores del INIA Luis Camacaro; responsable del Laboratorio Social Yumare, quien desarrolla desde hace algunos años compromisos de desarrollo y agricultura familiar en las referidas zonas y Betania Moreno quien también trabaja en la investigación vinculada a las plantas medicinales.

Indicó Sánchez que con este tipo de actividades buscan promover la formación integral para consolidar no sólo los sistemas alimentarios familiares, sino, el rescate de los saberes ancestrales y la aplicación de la medicina natural dejando un poco la dependencia de fármacos tradicionales; al tiempo que se contribuye con la colectiva de conocimiento bajo un enfoque cultural y de respeto hacia el entorno ambiental.

El intercambio de saberes se desarrolló mediante una plenaria en la que participaron docentes, productores y técnicos resaltando las bondades de las plantas medicinales, lo importante de su uso, lo referente a la dosificación y el respeto que se le debe tener, modos y forma de preparación de “brebajes, ungüentos, guarapos, cataplasmas y demás formas”,  para prevenir enfermedades y como medicina natural para solventar problemas la salud humana.

Elías  Lucena, productor de la comunidad de La Cero, comentó que la actividad fue muy enriquecedora, ya que le permitió refrescar conocimientos y aprender algunos,  como lo fue el caso de la utilización de la manzanilla como desinflamatoria, entre otros.

Los participantes aportaron información referente a la identificación de las plantas y su uso

Carlos Rodríguez, manifestó,  “las plantas medicinales son una alternativa que nunca pierden vigencia (...) y es bueno que se den estos intercambios en espacios estratégicos, ya que en las comunidades  se encuentran los conocimientos que se deben trasmitir de generación en generación y desde las aulas de clases  a futuro se pueda diseñar un currículo básico, en el que niños, adolecentes, adultos y adulto mayor puedan  dar una credencial para la medicina alternativa y difundir la información , a través de  encuentros como estos, y realizarlos al menos dos veces al año”. (Texto: Izmir Barreto Fotografía: Hilda Sánchez 30/11/15)