INVESTIGADORAS DE INIA PARTICIPARON EN EL I CONGRESO NACIONAL DE CAMBIO CLIMÁTICO

     

    En la actividad, las investigadoras Maritza Gaviria y María Pérez, de las áreas de agroclimatología y agricultura familiar, respectivamente, realizaron un intercambio reflexivo de experiencias con la participación de estudiantes, docentes y especialistas del territorio venezolano, en términos de estrategia ambiental y sostenibilidad para fomentar la protección de la tierra.

    Ante ello, Gaviria, indicó que el estudio que presentó se ejecutó con la coautoría del MSc en Agroecología, Aníbal Marín, utilizando registros históricos de precipitación generados en las estaciones agrometeorológicas de la planta sede y el Campo Experimental “Ciudad Bolivia” del INIA- Barinas, así como del Anuario Estadístico Vegetal del MinPPAPT, esto con el propósito de evaluar el efecto de las precipitaciones sobre la producción de sorgo granífero en los municipios Barinas y Pedraza, de esa entidad llanera, para los ciclos de siembra 2007-2011.

    Asimismo, precisó que, “los niveles de producción del cultivo mostraron diferencias significativas por cuanto las hectáreas cosechadas fueron inferiores a las sembradas, encontrándose una disminución en la producción del año 2010, cuando se evidencia una mayor precipitación”.

    Por su parte, Pérez expresó que la investigación corresponde a un trabajo colectivo entre su persona y los investigadores Claudia Jiménez, Gustavo Martínez, José Díaz y el señor Rafael Guerrero, en la Granja Agroecológica Río Viejo de la comunidad El Tesoro, de la municipalidad pedraceña, ejecutandose la misma bajo el paradigma cualitativo para identificar los elementos que componen un sistema de producción integrado, permitiendo así la valorización de las prácticas agrícolas utilizadas y sus beneficios como estrategias para mitigar los efectos de la sequía y perdida de fertilidad de suelos.

    Igualmente señaló que la prevalencia de la asociación o rotación de cultivos, la elaboración y uso de abonos orgánicos, la labranza mínima, uso racional y reducido de agroquímicos, la planificación de la producción en espacio y el tiempo han conllevado al mejor rendimiento de cultivos sembrados.

    “En lo social estas prácticas han mejorado la calidad de vida de la familia y comunidad por el consumo de productos sanos, ya que dicha unidad de producción es parte de un proceso co-evolutivo entre la comunidad y la naturaleza. Esto les permite aprender a vivir en, o con sistemas cambiantes”, concluyó. (Texto y fotografía: Néstor Castañeda. 15/07/2016).

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